En el Mar siempre nos encontraremos

Mar, en lo bueno y en lo malo, siempre mar,

 

Allí, mi amor, hemos pasado ¡tanto tiempo juntos!. Son innumerables las imágenes en mi mente que conservo a tu lado. Porque a ambos nos atrae el mar, nos atrae su significado y nuestras vivencias.

 

Calmado o fuerte, tierno o bravo, pero siempre es tan natural como la vida misma. Porque de él procedemos, a él nos dirigimos. Y allí creamos unas de las más bonitas historias de nuestra relación como papá e hijo.

 

Todo lo que comportaba ir a nuestra playa, nadar en la piscina, pasear por la arena: enterrarnos o construir castillos con ella, buscar cangrejos que devolvíamos al mismo mar una vez habiendo logrado cazarlos.  Y ¡como no!, la búsqueda de piedras y conchas diferentes, para tu colección, que está guardada como un tesoro y te esperará siempre. Todo ello son pequeñas historias que tenemos para nosotros, y que nunca podrán arrebatarnos.

 

Desde el mar caminamos hacia la montaña. La teníamos cerca, muy cerca del mar. Y en un paraje tranquilo y libre, corríamos y buscábamos pequeños secretos en las laderas. Te contaba historias de antaño, y mirábamos a lo lejos desde las alturas, siempre en búsqueda de ese Mar que no nos abandona y que siempre nos acompañará.

 

El mar amor mío es el origen de nuestras esencias. Dicen que las lágrimas que derramamos están formadas por agua salina, con las mismas propiedades del mar. Y ¡ese olor tan especial al sentir llegar a la playa!. O recordar como cogíamos una gran concha marina que tenemos en casa, y escuchamos el sonido de los choques de las olas. Nada de eso podemos olvidarlo.

 

Allí, en nuestro mar, al lado de la playa, corrías para jugar al vóley, al fútbol, a las raquetas, y hacer volar un cometa… como si surcáramos el viento junto a él. Allí vimos los atardeceres, y esperábamos a que un nuevo día volviera a nacer.

 

Estiro los brazos cada vez que estoy cerca del mar, porque me siento más cerca de ti en mi alma, e intento cogerte. No es fácil estar tan cerca como ya lo estoy, pero amor mío: ¡¡ no puedo tocarte ¡!. Tengo que imaginarte en esos múltiples abrazos en juegos diarios que hacíamos en la arena o en la piscina. Al menos, has dejado tu esencia en nosotros, y allí tenemos tus recuerdos.

 

Espero que pronto el mar te traiga, y si es tarde, que lo haga de igual forma, porque el Mar siempre devuelve lo que se ama.

 

Te quiero cariño mío.

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